Los déficits tanto de balanza de pagos como presupuestal que estamos sufriendo actualmente, provocados ambos por la pandemia, son los más severos desde la crisis de Baninter de hace diecisiete años. Lo mismo está ocurriendo en casi todas las economías de América Latina y el Caribe, así como en el resto de las naciones emergentes.
Esta crisis universal tan solo puede enfrentarse a través de un nuevo programa apoyado por las naciones industrializadas. En el pasado a través de los siete países más importantes del mundo, el llamado G-7, se pudo lidiar con el divorcio del dólar con relación al valor del oro que ordenó hace 49 años el presidente Richard Nixon. El G-7 luego llegó al acuerdo del “Smithsonian” y ayudó, aunque tardíamente, con los bonos Brady a solucionar la crisis latinoamericana de 1982-84, que dio origen a la llamada “década perdida”. Bregó con el cierre del Continental Illinois, el acuerdo del Hotel Plaza, el Plan Baker y, más recientemente, la crisis del 2007-2009.
Para discutir cómo encontrar una solución al grave problema actual, otra vez fue convocado el G-7. Le toca a Estados Unidos ser el país anfitrión. Trump primero pidió que la reunión tuviese lugar en uno de sus hoteles en la Florida y después, y muy a pesar de la pandemia, ha sugerido que se celebre en el mismo Washington, donde abunda el corona virus. Pudo haber sugerido un lugar aislado como Camp David en las afueras de Washington, D.C., o en zonas apartadas como Arizona o Iowa. Ya la canciller alemana Angela Merkel (que de ángel no tiene nada), la personalidad política europea más importante, ha indicado que no irá a Washington por el riesgo de contagio. Pero, para complicar aún más la cosa, Trump ha sugerido que además de Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón y el Reino Unido, países que suman dos terceras partes de la riqueza del mundo, el G-7, creado hace 47 años ahora reincorpore al mismo a una Rusia cuya membresía, aceptada en 1998, fue eliminada con motivo de las sanciones por su toma de la península de Crimea en el 2014. Gran Bretaña y Canadá ya han indicado que objetan ese retorno.
Pero Trump ha ido aún más allá y ha sugerido que esa organización que por tantos años ha estado conformada por siete países, se expanda para incluir a Corea del Sur, Australia y la India. Ante una sugerencia tan inesperada la reunión programada para finales de este mes de junio ha sido pospuesta hasta septiembre, dos meses antes de las elecciones presidenciales norteamericanas.
Todo lo anterior quiere decir que medidas que pudiesen haberse acordado para beneficio de nuestro país y el resto de los emergentes, como lo sería una nueva emisión de Derechos Especiales de Giro (DEGS) por parte del FMI, no será discutida este mes. Ya Trump dijo que no le gusta la idea porque los DEGS se reparten en proporción a las cuotas en el FMI y, consecuentemente, China recibiría su parte y el presidente norteamericano está en medio de una gran guerra comercial con esa nación. Hace pocos días se renegociaron los vencimientos de la deuda del tercer mundo con gobiernos, pero eso nos ha beneficiado poco, pues es reducida nuestra deuda con organismos estatales americanos y venezolanos, por ejemplo. Pero también se plantea posponer una renegociación de los vencimientos de la deuda de los emergentes con la banca privada, léase los tenedores de bonos soberanos y para nuestro país estos constituyen lo más altos vencimientos de nuestra deuda externa.
Necesitamos emitir más bonos soberanos, los que están en el presupuesto suplementario. Si el Congreso no los aprueba por oposición del PRM y gana Abinader, pero sin haber logrado el control del Legislativo, los actuales congresistas del PRM se arrepentirán. Si gana Castillo y no logra ese control entonces le será bien difícil enfrentar la situación cambiaria.
Pero por lo menos hay una buena noticia: las remesas no disminuyeron en este mayo con relación al mayo anterior. ¡Bien por la muy golpeada diáspora!
Por cierto, será muy interesante ver en el presupuesto complementario qué estimado ha incluido allí el ministerio de Hacienda en cuanto al valor que tendrá para año nuevo nuestro peso con relación al dólar.
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